Briefing: Ataques a hospitales
1.Hospitales como blancos
En la madrugada del 2 de octubre del año pasado ataques precisos y repetidos por parte de un avión de Estados Unidos destruyeron el Centro de Trauma que Médicos sin Fronteras (MSF) tenía en la ciudad de Kunduz en el Noreste de Afganistán.
El ataque mató a 42 personas, incluyendo a 14 miembros del staff.
Fueron quemados pacientes en sus camas. A algunos se les disparó desde el aire cuando huían del edificio en llamas. Desde su apertura en 2011 se habían llevado a cabo 15000 cirugías, sin cargo, en este Centro de 100 camas, atendiendo las necesidades de una población de más de un millón de personas. Las coordenadas por GPS se habían notificado a todas las partes en conflicto. Se hacía cumplir estrictamente la norma de no ingreso con armas al lugar y se chequeaba que así fuera. Los médicos trataban a todos por igual, sobre la base de sus necesidades médicas.
El mismo mes de octubre de 2015, 17 estructuras médicas apoyadas por Médicos sin Fronteras fueron bombardeadas en Siria, algunas en áreas donde solo es activa la coalición liderada por Siria y apoyada por Rusia, y otras en donde lo es la coalición apoyada por Estados Unidos. Esto representa solo una parte de los 94 ataques que Médicos sin Fronteras registró en el país – durante 2015 – en hospitales que la organización sostiene, y que resultaron en la muerte de 23 integrantes del staff médico y en lesiones a otros 58. Mientras tanto, en Yemen, las actividades de MSF sufrieron otros cuatro ataques en los meses que siguieron a la destrucción del hospital de Kunduz. El 10 de enero de 2016 el hospital Shiara en Razeh, también apoyado por MSF, fue alcanzado por un proyectil matando a seis e hiriendo a siete. Esta mortal letanía ha continuado desde entonces: hasta el mes de setiembre han sido bombardeadas desde el comienzo del año 21 de las estructuras médicas que sostiene MSF en Siria y Yemen.
2. Privar a las personas de atención cuando más la necesitan
Mas allá de lo estremecedor que puede ser cada uno de estos ataques, ellos son solo un pálido reflejo de la brutalidad de los conflictos contemporáneos. En Siria, el bombardeo de estructuras sanitarias parece ser un componente más de la estrategia de guerra que se persigue desde el comienzo del conflicto. Algunos han llamado a esta realidad una “guerra sobre civiles”. El Director del hospital Al Quds, bombardeado el 28 de abril de este año ha apuntado…”entiendo la importancia de pedir respeto a los hospitales […] pero es que pronto no habrá pacientes que busquen tratamiento allí”. En Yemen, donde no se respetan las reglas y protocolos que protegen en medio de las hostilidades a los servicios de salud, las escuelas, los mercados, las bodas o los lugares de culto son ahora parte- todos ellos- de objetivos legítimos.
Ya sea que las facilidades médicas son alcanzados como un modo de privar de infraestructuras claves a los territorios controlados por el enemigo o dentro de un contexto de operaciones contra terroristas, las consecuencias permanecen constantes: los pacientes o sus cuidadores mueren o son lesionados. Cada nuevo ataque vacía las filas de los proveedores médicos locales.
La destrucción interrumpe los cuidados de emergencia justo cuando la población más los necesita. También interrumpe los servicios de rutina: adónde irá el chico con neumonía? Y con los ataques aumenta el miedo: la población demora su ingreso o busca el alta temprana, y renuncia a la reapertura de un hospital antes que arriesgarse a un nuevo bombardeo.
Más allá de los resultados directos e indirectos sobre la salud, el bombardeo de hospitales es por su propia naturaleza la destrucción de los últimos espacios de humanidad en una guerra. La población se encuentra en situaciones imposibles donde se ven obligados a marcharse; el desprecio por sus vidas en los conflictos solo es igualado por el desprecio por sus vidas cuando huyen.
3.Más allá de la retórica vacía
La resolución sobre la protección de civiles y servicios médicos durante los conflictos armados, adoptada en forma unánime por el Concejo de Seguridad de Naciones Unidas el 3 de mayo de 2016, no ha provocado cambios hasta el día de hoy. Los Estados aún tienen que traducir sus palabras en acción, incluyendo cuatro de los cinco miembros del Concejo de Seguridad que han estado, en grados variables, asociados con coaliciones que atacaron hospitales manejados o apoyados por MSF.
En Yemen, donde MSF ha tenido encuentros con oficiales de alto rango de la coalición liderada por Arabia Saudita para buscar resoluciones que terminen con los ataques a hospitales, los bombardeos aéreos han continuado, forzando a MSF a suspender sus actividades en la parte Norte del país en Agosto de este año. Y mientras los oficiales de la coalición declaran repetidamente que ellos honran la ley humanitaria internacional, los continuados ataques muestran su fracaso en controlar el uso de la fuerza y en evitar los ataques a hospitales llenos de pacientes, y el fracaso de los que apoyan a la coalición en asegurar la aplicación inmediata de medidas encaminadas a aumentar en forma substantiva la protección de civiles.
Mientras los ataques sobre comunidades y los ataques –precisos- sobre las instalaciones sanitarias continúan, los mismos son negados completamente o solo se encuentran silencios, justificaciones o son descartados como errores por quienes los llevan a cabo. Cómo puede el personal sanitario prestar asistencia médica cuando los hospitales son blancos legítimos? Cómo pueden tratar a los heridos, de todas las partes en conflicto, si a las autoridades estatales se les permite, por leyes locales, acusar a los médicos de complicidad o apoyo a criminales y arrestar o atacar en los hospitales a enemigos heridos o enfermos? Cuando los intereses de la seguridad nacional abren las puertas a las guerras sin límite alguno, es la población la que paga el precio más alto.
4. La medicina no debe ser una ocupación mortal
Nuestros equipos médicos tienen la responsabilidad de tratar a todos sobre la base de sus necesidades, sin importar quienes son o para que lado están combatiendo. Nuestros médicos no están presentes en las áreas de conflicto para dar tratamiento según su juicio sobre la justicia de una causa o la moralidad de los combatientes. Están presentes para cuidar de los enfermos y heridos. – aquellos que no están ya en condiciones de participar en la lucha- sin tener en cuenta sus afiliaciones, incluyendo aquellos rotulados como “criminales” o “terroristas”.
Tenemos que encontrar maneras de prevenir los ataques a las instalaciones médicas y si ocurrieran, movilizar de tal manera que los que lo lleven a cabo paguen el más alto costo político. Esto necesita ir más allá de la retórica vacía de aquellos directamente responsables y de aquellos que lo permiten si es que realmente deseamos mantener un espacio de humanidad en el corazón mismo de las hostilidades. Los ataques contra la misión médica no pueden ser un asunto más.
Específicamente MSF:
. Hace un llamado a la protección y el respeto de la misión médica y al cese de todos los ataques sobre instituciones médicas, su personal y los equipos de respuesta a emergencias. Llama a la operacionalización de la Resolución 2286 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, adoptado de forma unánime el 3 de mayo de 2016.
- Hace un llamado a los estados para que tracen sin ambages una línea roja absoluta en lo que se refiere al comportamiento durante las hostilidades. Bombardear hospitales y al personal de asistencia debería ser una línea roja absoluta, y los estados miembros deberían asegurar que esto se refleje en sus códigos militares, normas de actuación y procedimientos operativos de rutina.
- Hace un llamado a la implementación de mecanismos de investigación y supervisión rápidos, independientes e imparciales. Algunas soluciones se han implementado a nivel nacional (p.ej. investigación local), pero son cercanas a nada en lo que se refiere a transparencia y responsabilidad.
- Hace un llamado al Secretario General de Naciones Unidas para instituir un Representante Especial ante el Secretario General para los ataques a la misión médica.
MSF quiere poder continuar dando asistencia a aquellos que mas lo necesitan, esto es a los enfermos y heridos en el corazón mismo de los conflictos. Nosotros hablaremos alto, claro y con fuerza sobre aquello de lo que somos testigos en el terreno. La medicina no debe ser una ocupación mortal. Los pacientes no deben ser atacados o sacrificados. El cuidado médico no puede constituir una forma inaceptable de apoyo para los enfermos y heridos, ni aún cuando ellos sean sus enemigos.