ALAMES condena el golpe de estado en Brasil y llama a resistir a la ofensiva neoliberal
La oligarquía brasileña ha destituido a la presidenta Dilma Rousseff de manera ilegal e ilegítima. Que nadie caiga en el engaño, lo sucedido es un golpe de estado mal disfrazado de legalidad hecho por parlamentarios vendidos a quienes detentan la propiedad de la riqueza en Brasil. La destitución es parte de una estrategia continental por derrocar a los gobiernos progresistas para recuperar los espacios perdidos por las oligarquías locales y los EUA y evitar mayores avances populares. Dada la importancia estratégica de Brasil en el continente este golpe de estado tendrá amplias repercusiones en todos los países. Ante ello ALAMES reitera su llamado a la movilización en defensa de la democracia hoy cercenada por este golpe de estado y llama a continuar y profundizar la lucha contra el neoliberalismo en nuestros países, señalando lo siguiente:
Los últimos 15 años en América Latina han demostrado dos cosas: la primera es que los pueblos tienen la capacidad de desplazar de los gobiernos nacionales a las fuerzas que representan a las oligarquías locales compuestas por los grandes empresarios, banqueros y terratenientes nacionales y de EUA. La segunda es que dicho desplazamiento, aunque permite avanzar hacia rumbos no neoliberales, no ha podido aun eliminar el enorme poder de las oligarquías. Éstas, basadas en su poder económico, su control sobre los medios de comunicación, aparatos de “justicia” y parlamentarios corrompidos han logrado derrocar a algunos de los gobiernos progresistas mediante nuevas formas de golpes de estado basadas en una supuesta legalidad recuperando el control mediante partidos a ella subordinados.
Las esperanzas populares de crear una sociedad menos injusta y reducir las enormes desigualdades que separan al 1% más rico de nuestras sociedades de las grandes mayorías sumidas en la pobreza a través de los gobiernos progresistas están hoy topando con el hecho de que es necesario ir más allá, para lograr mayor estabilidad y profundidad en el proceso de cambio y contrarrestar la guerra sucia del poder económico y político de la oligarquía y los EUA. Que los procesos de acumulación de fuerzas requieren más organización popular, que ésta debe sostenerse por más tiempo, que los medios de comunicación no deben estar en manos de la oligarquía y deben democratizarse para que la voz de toda la sociedad pueda hablar a través de ellos; que las propiedades estratégicas para la nación que están en manos de la oligarquía deben de pasar a ser propiedad colectiva; que las reglas para la elección y remoción de representantes deben de cambiar evitándose el circo electoral en el que se presentan y “venden” candidaturas como en un mercado de engaños y promesas. O sea, que la democracia debe de profundizarse y extenderse al espacio de la propiedad, a los medios de comunicación y las formas de representación mediante el poder popular.
Hoy las oligarquías y los medios quieren hacernos creer que lo que está pasando es que las fuerzas populares anti neoliberales no tienen un programa económico viable y además realizan actos de corrupción. Quieren que aceptemos que es imposible que un indígena Aymara gobierne Bolivia en lugar de las clases ricas que lo hicieron durante 500 años saqueando la naturaleza en beneficio de unos cuantos y dejando una miseria terrible; quieren que aceptemos que ni Hugo Chávez ni Maduro tienen un programa económico viable para Venezuela, cuando a diario con base en su poder boicotean a la economía, misma que por cierto ha mejorado mucho la situación de las clases trabajadoras; quieren que pensemos que es mejor el acuerdo de libre comercio con los EUA que fue rechazado en la cumbre de Buenos Aires con aquel valiente ¡ALCArajo!; quieren que aceptemos que el ALBA y UNASUR no deben existir y que es mejor que toda América Latina sea el furgón de cola de Estados Unidos; quieren que aceptemos que es mejor que El Salvador sea gobernado por ARENA, el partido de los paramilitares en los 80´s y no por el FMLN basado en la organización popular; quieren que pensemos que Brasil no puede ser dirigido por un obrero como Lula o por una ex guerrillera como Dilma pues eso es igual a ineficiencia y corrupción, y lo machacan y repiten en los medios que son totalmente monopólicos en Brasil y en América Latina. Tal vez hoy hay quienes caigan en la mentira particularmente las clases medias y sectores del pueblo engañados y que resienten los efectos económicos sin poder ver aun que el boicot viene de la oligarquía.
Pero la experiencia en Honduras, Paraguay y Argentina hoy nos muestran claramente que tras los derrocamientos de gobiernos progresistas no está la nintencione de mejorar la condición del pueblo y ni siquiera de las clases medias. Lo que viene una andanada de medidas neoliberales dirigidas a que las oligarquías recuperen e incluso aumenten la pizca de ganancias que los pueblos lograron quitarles en la época no neoliberal. Por ejemplo en Paraguay hoy se sufren graves retrocesos en relación a las conquistas sociales logradas en el periodo 2008- 2012, hay una profundización de la pobreza extrema que afecta actualmente a un cuarto de la población del país y se viven un ambiente de persecución, hostigamiento y criminalización de las luchas sociales, fundamentalmente en el sector campesino. Existe una profunda desigualdad social donde el 1% de la población concentra el 80 % de las tierras cultivables y se apropia del casi el 40% de las riquezas del país que sigue siendo beneficiado con medidas económicas que exoneran de impuestos a los agro exportadores, flexibilizan las leyes ambientales y liberan semillas transgénicas , mientras se castiga a la sociedad ampliando el espectro de impuestos regresivos como el IVA a las cooperativas, e incluso a los trabajadores informales. Este gobierno está caracterizado por su insensibilidad social y clara apuesta a la implementación de medidas neoliberales, pero además abonado por la corrupción el clientelismo y la partidización rampante de las instituciones públicas. Y hoy resurgen las movilizaciones sociales en contra de todo esto. Panorama semejante se vive hoy en la Argentina bajo el neoliberal Macri.
Pero el pueblo y toda la gente consciente y luchadora de nuestro continente no podemos sacar la conclusión de que es imposible derrotar a la oligarquía, ni podemos permitirnos vacilaciones. Lo que hay está fracasando en Brasil, como en su momento lo fue en Argentina, y en Paraguay no es la lucha contra el neoliberalismo, no es la lucha contra la injusticia social y contra el dominio de la oligarquía y los EUA. Lo que está fracasando son las limitaciones que hemos tenido en esa lucha. Tanto en Paraguay, como en Argentina o Brasil vendrán nuevas luchas en resistencia a los gobiernos neoliberales, así como tendremos que resistir en el futuro inmediato a las agresiones que vienen sobre Venezuela. Hoy tenemos como tareas inmediatas la denuncia y la movilización contra el golpe de estado en Brasil y el apoyo a la organización y lucha popular en Venezuela. Para adelante tenemos el enorme reto de recuperar los países hoy dominados por las oligarquías y extendernos en un nuevo intento más profundo, organizado, masivo y orientado a recuperar los gobiernos y profundizar la democracia hasta impedir que unos cuantos sigan imponiendo su poder sobre la gran mayoría. Hoy mas que nunca es momento de la unidad en la acción en contra de la ofensiva neoliberal, de evidenciar las mentiras y maniobras de las oligarquías, de denunciar su vínculo y servilismo con las potencias imperiales, especialmente los estados unidos y reivindicar que los pueblos podemos y seguiremos luchando por una América Latina unida, popular, y con una democracia radical que nos permita avanzar hacia las viejas aspiraciones de justicia e igualdad social.
Ana María Costa, Coordinadora General de ALAMES
Ana Lucía Casallas, Ricardo Santamaría, Coordinadores Adjuntos
Rafael González, Secretario Ejecutivo
16 de mayo de 2016